
¿Quienes somos?
Misión
La Unidad Educativa Julio María Matovelle, de confesión católica, regentada por la Congregación de Religiosas Oblatas de los Corazones Santísimos de Jesús y María, ubicada en el cantón Paute, provincia del Azuay. Nuestro propósito es, formar niños y jóvenes con conciencia reflexiva y crítica, ofertando una educación integral de calidad, que desarrolla principios éticos, morales y religiosos, con una filosofía humanística y evangelizadora, recreando metodologías activas e innovadoras, que promueven el trabajo cooperativo y colaborativo, enfocados en el perfil de salida del bachillerato, dando respuesta a los desafíos del mundo actual, siendo responsables del desarrollo sostenible, fieles a los principios de la filosofía matovellana y exigencias de la educación superior.
Visión
La Unidad Educativa Fiscomisional Julio María Matovelle del cantón Paute, Provincia del Azuay, hasta el año 2030, fortalecerá un Modelo Educativo de Gestión de Calidad, basado en las competencias: comunicacionales, matemáticas, digitales y socioemocionales, articulando un currículo flexible y contextualizado, contando con un talento humano innovador y comprometido con su desarrollo profesional, que vivencie el Evangelio, fundamentándose en la Filosofía y Pedagogía matovellana, educando en la ciencia y la virtud, la diversidad y la interculturalidad, con un liderazgo empoderado y competente que alcance altos estándares en la gestión de calidad educativa.
Escudo

Bandera


Historia
La presencia de la Congregación de Religiosas Oblatas de los Corazones Santísimos de Jesús y María en el cantón Paute se remonta al año 1893, gracias a la iniciativa del Reverendo Padre Abelardo Ortega, entonces Vicario del cantón. Consciente de la necesidad de fortalecer la educación cristiana en la región, el Padre Ortega estableció contacto con el fundador de la Congregación, el Reverendo Padre Julio María Matovelle, quien recientemente había fundado dicha comunidad religiosa en la ciudad de Cuenca, con la misión de educar cristianamente a los pobres y abandonados del campo.
En coordinación con la Municipalidad de Paute, se acordó que la Congregación asumiera la dirección de la Escuela Principal de Niñas del cantón. Así, el 4 de octubre de 1893, iniciaron oficialmente sus labores tres religiosas: la Hermana Rosaura Toro, como Superiora de la comunidad, y las Hermanas Virginia Urigüen y Micaela Iñiguez, en calidad de docentes. Este acontecimiento marcó el inicio de la primera obra apostólica de la Congregación en Paute.
Sin embargo, el contexto político del país afectó gravemente a las instituciones educativas religiosas. El 19 de noviembre de 1895, tras el triunfo del liberalismo en la ciudad de Guayaquil, el General Eloy Alfaro decretó la supresión de las rentas destinadas a las escuelas católicas, lo que obligó al cierre del establecimiento.
Gracias a la gestión del Dr. Tomás Moreno, se solicitó formalmente el retorno de las religiosas a Paute. Esta petición fue acogida por la Reverenda Madre Amalia Urigüen, y el 1 de enero de 1897 la comunidad religiosa reanudó sus labores en el cantón. El equipo estaba conformado por la Madre Angélica Corral como Superiora, la Madre Rosaura Toro, la Madre Josefina Iñiguez y tres profesoras seglares.
A lo largo de su historia, la institución ha sido reconocida por su valioso aporte al desarrollo de la sociedad pauteña. El 1 de diciembre de 1993, el Ministerio de Educación y Cultura condecoró al pabellón de la institución con la distinción al Mérito Educacional de Primera Clase, en reconocimiento a su destacada labor en la formación integral de la niñez del cantón y su contribución al desarrollo económico, social y cultural del país.
Actualmente, la Unidad Educativa Fiscomisional “Julio María Matovelle” es una obra pastoral con más de un siglo de trayectoria al servicio de la ciudad de Paute y sus alrededores. Es considerada la institución madre de todas las obras educativas de la Congregación de Religiosas Oblatas de los Corazones Santísimos de Jesús y María. Su propuesta educativa, inspirada en la filosofía oblata-matovellana y en los valores del Evangelio, está orientada a la formación integral de niñas, niños y jóvenes, especialmente de aquellos en situación de vulnerabilidad.
